Zaragoza, ciudad de contrastes climáticos y urbanísticos, se enfrenta cada verano al desafío creciente del calor extremo. En este contexto, el fenómeno de la isla de calor urbano se ha convertido en un factor clave para entender dónde se vive mejor en la capital aragonesa.
¿Qué es una isla de calor urbano?
Primero de todo hay que entender que es la isla de calor urbano y cómo afecta. Este fenómeno describe el aumento significativo de temperatura en zonas densamente edificadas respecto a sus alrededores. La isla de calor urbano afecta directamente al bienestar de quienes viven en ciudades como Zaragoza. Este fenómeno ocurre cuando las zonas con muchos edificios, calles asfaltadas y poca vegetación acumulan más calor que las áreas rurales o menos densas. Durante el día, estos materiales absorben el calor del sol, y por la noche lo liberan lentamente, haciendo que la temperatura se mantenga alta incluso cuando ya ha oscurecido. Esto puede provocar noches incómodas, mayor consumo de energía por el uso de aire acondicionado y riesgos para la salud, especialmente en personas mayores o con enfermedades respiratorias. Por eso, el diseño urbano y la presencia de zonas verdes son claves para reducir este efecto. Se llama así porque las zonas urbanas funcionan como una «isla» de calor que acumula y retiene el calor.
En Zaragoza, las zonas menos afectadas por la isla de calor urbano suelen estar en la periferia o en áreas con abundante vegetación y baja densidad de edificación. Las zonas en las que menos calor hace en Zaragoza son:
Parque Grande José Antonio Labordeta y el Parque del Agua destacan como auténticos pulmones verdes. La sombra de los árboles, la presencia de agua y la baja concentración de edificios ayudan a disipar el calor.
Ciudad Deportiva del Real Zaragoza, situada en el sur de la ciudad, registra temperaturas notablemente más bajas, con diferencias de hasta 6–8 °C respecto al centro urbano. Por lo que vivir cerca de esta zona es sinónimo de calores menos extremos.
Movera y San Gregorio también disfrutan de temperaturas más agradables gracias a su entorno menos urbanizado y mayor contacto con espacios naturales.
Beneficios de estas zonas o barrios de Zaragoza
Menor densidad de construcción, lo que permite una mejor circulación del aire.
Materiales menos absorbentes, que no retienen tanto calor como el asfalto o el hormigón.
Presencia de vegetación, que proporciona sombra y regula la temperatura mediante la evapotranspiración (es la suma de dos procesos: la evaporación del agua del suelo y las superficies, y la transpiración del agua a través de las plantas hasta la atmósfera).
Diseño urbano más abierto, que evita el efecto de “calor atrapado” entre edificios.
En contraste, barrios como Delicias y Las Fuentes figuran entre los más calurosos de Zaragoza, especialmente durante los meses de verano. Esta situación se debe principalmente a su alta densidad de edificación, con bloques de viviendas muy próximos entre sí que dificultan la circulación del aire y favorecen la acumulación de calor. Además, la escasez de zonas verdes y espacios abiertos limita la capacidad del entorno para refrescarse de forma natural, ya que los árboles y jardines urbanos actúan como reguladores térmicos mediante la sombra y la evapotranspiración. A esto se suma el predominio de materiales urbanos como el asfalto, el hormigón y el ladrillo, que absorben intensamente el calor solar durante el día y lo liberan lentamente por la noche, provocando que las temperaturas se mantengan elevadas incluso después del atardecer. Esta combinación de factores convierte a estos barrios en auténticas islas de calor urbano, donde el confort térmico disminuye y se incrementa la demanda energética para refrigeración, afectando tanto a la calidad de vida como al medio ambiente.
¿Cómo afecta la isla de calor urbano en la salud?
El exceso de calor en zonas urbanas puede provocar problemas de salud, especialmente en personas mayores, niños o quienes tienen enfermedades crónicas. Las altas temperaturas aumentan el riesgo de golpes de calor, deshidratación y dificultades respiratorias. Además, dormir mal por el calor puede generar cansancio, irritabilidad y afectar el estado de ánimo.
¿Cómo afecta al estilo de vida?
Vivir en una zona con fuerte efecto de isla de calor urbano cambia la forma en que las personas se relacionan con su entorno. Las calles se vacían durante las horas más calurosas, se reduce la actividad física al aire libre y se depende más del aire acondicionado, lo que eleva el gasto energético.
Estudio de la Universidad de Zaragoza:
https://zaguan.unizar.es/record/146894/files/TESIS-2024-483.pdf